sábado, 23 de agosto de 2014

LOS DUENDES Y EL RELOJ



                              LOS DUENDES Y EL RELOJ



A las afueras de una gran ciudad, había una casa muy grande rodeada de un jardín que estaba muy descuidado
por no haberlo cuidado en mucho tiempo.

La gran casa estaba muy abandonada y en su interior vivían unos duendecillos dentro de un reloj.

Nadie mejor que ellos sabía lo que en esa casa había pasado
a través del tiempo y vivían muy tranquilos, pero pronto dejarían de estarlo porque en poco tiempo volvería a ser habitada.

Ese día llegó, en la casa iban a vivir una madrastra con la hija del que había sido su esposo, Laya, que así se llamaba la joven, había heredado la casa cuando murió su mamá.

La madrastra era muy mala y y trataba a la joven como si en vez de ser la dueña, fuese la criada.

Desde que amanecía, hasta que se hacía de noche, no paraba de trabajar, limpiaba, cocinaba...y Laya nunca se quejaba porque le tenía mucho miedo.

Cierto día, cuando se levanto muy temprano, la madrastra le dijo...tengo que salir, y no vendré hasta última hora de la tarde, ¡lo quiero todo limpio!, ¡el jardín también!

Laya, desanimada, se sentó a llorar y se acordaba de su mamá...no puedo más, no voy a poder limpiar también el jardín.

Todo lo que estaba pasando lo veían los duendes que vivían dentro del reloj.

Con la cabeza baja y llorando, se dio cuenta de que alguien la observaba y miro a su alrededor...pero ¿quienes sois?, preguntó Laya...somos unos duendes que vivimos desde todos los tiempos en esta casa, conocimos a toda tu familia, tu mamá era una buena mujer y no vamos a consentir que te trate así esa malvada bruja, ve acuestate y descansa, nosotros te vamos a ayudar ¡ya verás!

Laya se acostó, y como estaba tan cansada se quedo dormida enseguida.

Al cabo de unas horas despertó y no se lo podía creer....
la casa estaba perfecta, y el jardín era un paraíso...pero ¿como voy a decir que yo sola he hecho todo esto, esto es imposible, me da miedo.

Los duendecillos le dijeron...no te preocupes, esto y otras cosas mas van a hacer que esta despiadada madrastra se asuste y se vaya.

Pues bien, así fue, cuando llegó la madrastra no se lo podía creer y pensó...no es posible, ¿que ha pasado aquí?...entró en la casa y todo estaba limpio y ordenado.

Se dirigió a donde estaba Laya y le dijo...¿que ha pasado?...
casa y jardín están perfectos....¿que me estás ocultando?

Laya respondió...no tengo ninguna explicación, no se lo que ha pasado...creo que en esta casa hay algo, que no se que es, pero seguro que hay algo o alguien.

No digas tonterías, respondió la madrastra, aquí no hay nadie.

Llegó la noche y se fueron a dormir.

No habían pasado ni media hora, cuando la mala madrastra empezaba a quedarse dormida, y de repente  el reloj empezó a tocar las campanadas.

Se levantó malhumorada, se dirigió al reloj y de pronto se paró.

Bueno, se ha parado, menos mal me voy otra vez a la cama.

Cuando entró en la habitación se quedó sorprendida, toda la ropa de la cama estaba en el suelo...¡oh, esto no me gusta nada!

Corriendo se fue a la habitación de Laya, pensaba que todo esto lo había hecho ella para asustarla, y grito...¿que has hecho?....Laya estaba totalmente dormida y le contestó...
yo no he hecho nada, estaba durmiendo.

No había terminado de hablar cuando el reloj empezó otra vez a dar las campanadas....ve usted como yo no he sido...
ya le he dicho que aquí pasa algo...esta casa era de mi madre y de mi familia y yo no la conozco, pero algo raro si que pasa.

La madrastra  respondió...no digas tonterías...me voy a dormir.

Laya sonrió porque sabía que el plan de los duendecillos estaba dando resultado.

Durante los siguientes días continuaron pasando cosas raras, y la mala madrastra empezaba a tener miedo.

La última cosa fue cuando se sentó en la mesa a comer y le dijo a Laya...¡traeme la comida ya!...corriendo le puso el plato con la sopa y le llevó un vaso de agua...cuando intentó meter la cuchara en la sopa el plato estaba vacío, y el vaso que estaba lleno de agua..¡no tenía ni una gota!

Se levantó gritando...¡no me quedo en esta casa ni un minuto más!, ¡nos vamos!

Laya le respondió...yo no me voy, me quedo.

La madrastra le contestó...como vas a vivir aquí sola si no tienes dinero y yo no te voy a dar nada.

Dijo Laya...ya me las arreglaré pero...yo me quedo aquí en mi casa.

Bien, le dijo la madrastra, allá tu pero luego no me vengas a buscar...preparame las maletas...¡deprisa!

Y así lo hizo, salió corriendo y le dijo que nunca volvería a esa casa que estaba embrujada.

Laya no se lo podía creer, se había quedado a vivir en la casa sola...bueno...con los duendecillos.

Pero esperad, aquí no acaba la historia...los duendes tenían escondido un tesoro detrás del reloj...montones de monedas de oro.

Laya se convirtió en lo que su mamá siempre había querido, una joven feliz a la que nunca le faltó de nada, parte de su dinero lo dedicaba a ayudar a los que mas lo necesitaban.

Con el tiempo conoció a un buen hombre con el que se casó y con el que tuvo varios hijos, fue muy feliz y....siempre vivió en la casa de los duendes del reloj.

Y como siempre os digo, colorin colorado, este cuento se ha acabado.



 

    
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario