AZUCENAS AZULES
Este cuento es de dos amiguitas que vivían en una aldea
que había en un valle, y que estaba rodeado de bosques.
Estas dos niñas se
llamaban Carolina y Zaira, las dos eran muy buenas pero muy atolondradas.
Un día salieron de casa
dispuestas a jugar y correr por el campo, pero tan contentas y alegres estaban
que, sin darse cuenta, se alejaron y se adentraron en el bosque, que por cierto
lo tenían prohibido por sus padres.
Jugaban y corrían pero
cuando se dieron cuenta, se habían perdido en el bosque. Las dos muy asustadas
decían :
-
¿Qué vamos a hacer
ahora?, nuestros padres estarán muy preocupados.
-
Tenemos que volver
y buscar un camino que nos lleve a casa, dijo Zaira, y Carolina respondió
temblando de miedo:
-
Si, vamos porque se
va a hacer de noche.
Las dos amiguitas empezaron a andar y andar y de pronto se
encontraron un campo de azucenas azules, era tan hermoso que se quedaron sin
palabras.
Pasado un rato dijo
Carolina:
-
¡Que precioso, que
bonito!, ¿cogemos un ramo?, a lo que Zaira respondió :
-
¡Si vamos!
Y cuando intentaron
cortar una de las flores se oyó decir:
-
¡No me arranqueis
que dejaré de vivir!
Carolina y Zaira se
quedaron asombradas y dijeron:
-
¿Cómo pueden hablar
las flores?
Entonces una de las
muchas azucenas que había en el campo dijo:
-
Estamos hechizadas,
antes éramos personas, tenéis que iros deprisa, antes de que venga el duende
azul, de lo contrario pasareis a ser como nosotras
Carolina y Zaira
dijeron:
-
Pero ¿algo se podrá
hacer para que volváis a ser personas y volver a vuestras casas?
-
Si, tan solo una
cosa podría salvarnos, dijeron las azucenas.
-
¿Cuál?,
respondieron las dos niñas.
Las azucenas les
contaron que había un árbol, no sabían donde, que tenia una flores blancas y
que tenían un líquido que parecía agua; si este líquido lo bebía el duende azul
se volvería blanco, y su corazón se volvería puro y tierno y ellas volverían a
ser personas
Las dos amiguitas
buscaron y buscaron hasta que al llegar la noche, y al pie de un árbol, se
quedaron dormidas, ya no podían mas.
A la mañana siguiente
emprendieron el camino, pero de pronto Carolina miró hacia arriba y vio las
flores blancas que la azucena azul les habia dicho.
Corrió Zaira y dijo:
-
Vamos a cogerlas,
pero ¿cómo haremos para que el duende azul se beba su liquido?
Siguieron su camino
hasta que llegaron al campo de azucenas y las hojas de estas flores sirvieron
para poner el agua sin que se derramase.
-
¡Escondeos rápido
que viene el duende!, dijo una flor azul.
-
¡Ho, que calor!,
dijo el duende, ¡me bebería un río de agua!
Entonces las flores
dijeron:
-
Esta noche debe de
haber llovido y tenemos agua en las hojas.
Y el duende dijo:
-
Es verdad, por lo
menos me calmará la sed.
Y bebió, y las niñas se
pusieron muy contentas porque fue ver el liquido de las hojas y el duende
cambio, y lo que eran azucenas azules,
se convirtieron en niños y niñas.
Al duende se le fue la
maldad y Carolina y Zaira volvieron a sus casas junto con los demás niños.
Todo fue alegría, nunca
mas volvieron a entrar en el bosque y
fueron muy felices después de la aventura que había vivido.
Y como
siempre digo, colorín colorado, este cuento se ha acabado.
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