LA TORMENTA Y LAS SIRENAS
En tiempos muy, muy lejanos, las personas buscaban nuevos horizontes para vivir.
La meta de estas personas era descubrir mundos nuevos para formar aldeas y pueblos, y tener tierras para sembrar los campos y tener un porvenir.
La manera de empezar estas aventuras, frecuéntemente, era subir en grandes barcos y viajar, con muchas ganas de emprender una nueva vida.
Esta historia comienza un día, como otro cualquiera, pero todos iban navegando en un barco con mucha fe y esperanza hacia un mundo nuevo.
Llevaba el barco unas cuantas semanas en el mar cuando llegó la noche con una gran tormenta. Los pasajeros estaban muertos de miedo...lluvia, truenos, relámpagos, el mar llevaba el barco con un balanceo que parecía que se iba a hundir.
Entre los pasajeros viajaba un matrimonio con una niña pequeñita y decían: ¿cuando acabará esta pesadilla?
Sufriendo y temiendo que la tormenta no parara, decidieron intentar salvar a la niña; prepararon una caja grande de madera y metieron dentro a la niña junto con una carta en la que decía quienes eran sus padres y el nombre de la niña, María.
Antes de que el barco naufragase,la dejaron lo mejor que pudieron en el mar, teniendo la esperanza de que la niña se salvara.
Cuando amaneció el nuevo día, el mar ya estaba en calma y María lloraba y lloraba dentro de la caja.
Flotando en el mar, ya cerca de una isla, nadaban las sirenas, que al oír los llantos de María, se acercaron a la caja de madera, quitaron la tapa y exclamaron :
¡¡Oh que preciosidad!! ...se ha salvado del naufragio de la pasada noche...seguramente, las personas que metieron a la niña en la caja, se sentirían muy felices si supieran que María se ha salvado.
En la isla, vivía una familia que también se había salvado de un naufragio, y las sirenas todos los días les ayudaban a sobrevivir llevándoles pescado y alimentos del mar.
Se llamaban Tomas y Ana, y tenían un hijo pequeño que se llamaba Leo.
Al ver a la pequeña María, Tomas dijo:
Es una niña preciosa, que alegría que se haya salvado del naufragio, se la voy a llevar a Ana, se pondrá muy contenta, y la cuidaremos para que crezca feliz.
¡Ana ,mira lo que traigo!, grito Tomas, la mujer no podía creer lo que estaba viendo...es un milagro que la encontraran las sirenas.
Mientras tanto, al otro lado de la isla, en la playa sin saber como habían llegado a la orilla, se encontraron mas náufragos...dos marineros y un matrimonio.
¿Sabeis quienes eran?....¡Si...los papas de María!
Estaban muy tristes, con mucha pena, no dejaban de pensar que ellos estaban vivos pero ¿que sería de su pequeña María?, ¿donde estaría?
Se armaron de fuerza y empezaron a andar en busca de comida y agua.
Cuando llevaban un rato andando por la orilla de la playa, vieron una casa hecha con palmeras, y al parecer tenían de todo, cosas que en la isla no se podían encontrar, y era porque las sirenas les llevaban a la orilla todo lo que encontraban en el mar.
En la casa se encontraba Ana con su hijo y con la pequeña María; cuando vio acercarse personas a su casa se quedo sorprendida y pensó...Dios mío, mas supervivientes del naufragio.
Pasad, Pasad, dijo Ana, ahí tenéis agua y comida, ofreciéndoselas a los marineros y a los papas de María.
Con un gran pesar, la madre de María no podía dejar de llorar, y decía:
María, ¿donde estás hija?, te iremos a buscar por donde haga falta...tienes que estar viva.
Se acercó Ana, la abrazó y le dijo:
No llores más, te voy a dar la alegría mas grande de tu vida...entrad y mirad.
No podían ni hablar, ahora seguían llorando....pero de alegría... ¡María, hija mía!
Ana les contó que las sirenas la habían salvado de morir...vosotros la salvasteis metiéndola en una caja, y ellas la sacaron del mar.
Pasaron los años, y la isla se pobló con gente que venia en barcos para empezar una nueva vida.
Cuando María salia a nadar con las sirenas, era la joven mas feliz del mundo.
Pues bien, como siempre os digo...espero que os haya gustado, y colorin colorado, este cuento se ha acabado.
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